Todavía con el saborcillo del encuentro de pares en Sierra de Aracena (Huelva), empiezo a escribir este post en el aeropuerto de Sevilla.
Abrazos, besos y bonitas palabras de despedida y hasta el próximo encuentro, resuenan en mis oídos y mi cuerpo.
Este camino de pares es un regalo, lo hablamos con un compañero, vivenciar este espacio, ocuparlo y crearlo es una maravilla.
Todo y que esta vez me ha sido más difícil viajar, tal Movimiento vale la pena. Esté como esté, en el momento en el que esté y cómo esté en el grupo, todo cabe, todo se completa en él. Mi camino con mis pares es una joya que cuidamos, miramos y mimamos. Soy perteneciente de ese camino y lo andamos y conformamos juntxs.
Le damos forma a ese camino, la forma que cada persona del grupo le da y que en conjunto tiene una dirección, movernos juntos como pares.
He entrado en lo conocido, en lo racional, me he dejado estar en ello y ante las miradas compasivas de mis pares, he sentido mi mirada compasiva hacia mi.
Ante lo desconocido me he dejado acompañar, soltar y llorar para sentirme viva y presente.
Y en el misterio, había algo de conocido, donde he vuelto a sentir el vacío y la soledad de tiempo pasado y a la que ahora me coloco delante de ella de otra manera, con una mirada compasiva y despidiéndome de ella.
Con la alegría del encuentro y la pena de la despedida seguimos haciendo camino como pares.
¡OS ESTOY INMENSAMENTE AGRADECIDA!